ERT Foto Sala (1974)
Al mismo tiempo que Gonzalo llevaba a cabo sus trabajos en teatro, cine y TV, mantuvo siempre, con mayor o menor actividad, sus actuaciones con títeres y marionetas. En muchas ocasiones me recordaba cómo les aseguraba a sus compañeros de aventuras teatrales, cuando estaban esperando durante largos meses que les llamara un productor, que el teatro de títeres siempre daba de comer. Su pasión le hizo ir acumulando una interesante colección con los títeres que actuaron en sus obras (de él mismo, Viví Escrivá, Manuel Meroño, Vega Buzarra, Alberto Urdiales), así como otros (algunos muy interesantes como los que construyó Manuel Sainz Pardo) que fue consiguiendo a lo largo de su vida en sus viajes y en sus visitas al Rastro madrileño.
Aunque su amigo Raúl Torres, cronista oficial de la ciudad de Cuenca, cree que ya antes de ir a estudiar a Madrid había comenzado a hacer títeres en Cuenca , no puedo confirmarlo por el momento pues Gonzalo siempre me dijo que había comenzado en Madrid, en concreto en el Teatro Recoletos en 1958.
La primera referencia objetiva es un programa de mano muy elegante y cuidado de cuatro actuaciones en la Navidad de 1958-1959. En dicho programa no aparece mención alguna a ningún grupo ni a Cañas pero es seguro que fue él, quizá con otros compañeros, pues el folleto se encontraba entre sus documentos y hay otros de las campañas posteriores en los que Gonzalo me confirmó su participación. En concreto de las navidades de 1961-1962 y de la de 1962-1963. Las sesiones se realizaban en la Biblioteca Pública del Niño Jesús, en la plaza del mismo nombre, cerca de Moratalaz, el barrio donde vivía Gonzalo. La del año 1961-1962 no dice en qué lugar se realizaron aunque las cuatro sesiones son organizadas por el Hogar Parroquial de Moratalaz y el Club Orbis. En los programas de dichas sesiones se puede ver que Gonzalo Cañas inventa para una campaña el personaje de Currito, protagonista de las cuatro sesiones, y en el año siguiente el de Supermín. El teatrillo debía ser muy sencillo con frontal de madera y una ventana escenario de 1,20 x 0,50 m. aproximadamente. Nunca me habló Gonzalo de en quién podía haberse inspirado, pero podemos suponer que tiene que ser en obras de Talio, Maese Villarejo o Maese Cosman, que pudiera haber visto en Cuenca o Madrid. Aunque ya tiene esa originalidad de crear nuevos personajes, probablemente sus aventuras guiñolescas fueran similares a las de aquellos.
En 1960 crea su primer grupo: Bululú. Es muy posible que esas primeras campañas fueran gratuitas y Gonzalo tenía que ganar algún dinero para su estancia y estudios. Bululú se crea con el principal objetivo de hacer funciones a domicilio para fiestas de comuniones y cumpleaños en restaurantes u hogares pudientes. Para ello Gonzalo se anuncia en la prensa, tal cual hacían los más renombrados titiriteros de Madrid.
En 1962, Gonzalo interviene durante varios meses con sus títeres en un programa infantil de Radio España. Entre los títeres utilizados figura un Guardia Civil cuyo diseño mostramos. Por aquellos tiempos utiliza un teatrillo con frontal de tela de cuadros con una pequeña boca de unos 100 x 35 cm. lo que hace pensar en unos títeres de tamaño bastante pequeño.
En 1964, tal como hemos podido ver, Gonzalo se encuentra en la cresta de la ola de los jóvenes intérpretes del cine y el teatro, pero no por ello deja el mundo de los títeres. Con el apoyo del poeta, periodista, farmaceútico y cronista oficial de Cuenca, Federico Muelas, por entonces asesor de la Subdirección de Cultura Popular del Ministerio de Información y Turismo, que regentaba el luego fundador del Partido Popular, Manuel Fraga, emprende una campaña por varias provincias con su nueva compañía: el Retablillo de Juan de las Viñas. Federico Muelas (1910-1974) fue un personaje muy especial que merece nos detengamos un momento en él.
Ya antes de la Guerra Civil manifiesta sus inquietudes literarias y lo podemos ver participando en La Gaceta Literaria que dirigía Ernesto Giménez Caballero. En 1935 funda en Cuenca una tertulia artístico-política con el nombre El Bergantín de la Vela Roja, en ella participan jóvenes artistas e intelectuales cuya adscripción política se halla muy cercana a los sectores más revolucionarios de Falange Española.
Por aquellas fechas emprende una curiosa labor de teatro de títeres pedagógico con el nombre de La Cometa con la que recorrió varios pueblos de las comarcas conquenses. Aunque algunos aseguran que tal aventura estuvo encuadrada en los programas de Misiones Pedagógicas , no puedo confirmarlo (es un capítulo que los colegas de Cuenca debieran desbrozar en la prensa local). Otros afirman que trabó relación con Federico García Lorca y lo llevó a Cuenca: “Cuando fallece el granadino denunció su asesinato con un verbo muy descarnado para el ámbito de derechas donde él se movía, pasando ciertos apuros por este arrojo”. Encuadrado en lo que se llamó Generación del 36, César González Ruano intenta adscribirlo al grupo de Juventud Poética, colabora en múltiples revistas literarias, algunas de ellas “garcilasistas” pero acaba encontrando su lugar junto a los poetas Gabino Alejandro Carriedo y Ángel Crespo con los que fundará en Madrid la revista El pájaro de paja, modelo de vanguardismo poético, muy alejado ya de la poesía oficialista. En Madrid abre una farmacia y en su rebotica funda otra tertulia que merecerá la asistencia de personajes como José García Nieto, Camilo José Cela, Rafael Sánchez Mazas y otros. Desde su cercanía a influyentes personas del Ministerio de Información y Turismo echará más de una mano a conquenses como Gonzalo. ¡Cómo no iba a atraerle aquel joven actor que estaba empeñado en levantar una compañía de títeres, que tantos recuerdos le traía de sus propios impulsos juveniles! Creo recordar que Gonzalo me habló de que pudo intervenir incluso en el nombre de la compañía y, desde luego en la elección de repertorio.
La campaña se extendió al principio de 1965 y llevaba una obra infantil y otra de adultos. En realidad las dos eran para adultos pues se trataba de El retablillo de don Cristóbal, de García Lorca, y del Cornudo, apaleado y contento, de Alejandro Casona. Con ellas se produce un cambio evidente con las obras anteriores, no sólo en la temática argumental sino también en la parte estética, mucho más cuidada. Evidente tanto en los títeres, excepcional el que hace el papel de enfermo en la obra de Lorca, como en los telones de fondo de inspiración lorquiana en una y de inspiración renacentista en la de Casona, basada en un cuento del Decamerón. Cañas me comentaba como tuvo algunos problemas con las “fuerzas vivas” de algunos de los lugares en los que representó estas piezas.
Como ya hemos mencionado, en 1965 acude al Teatro-Escuela A.R.A de Málaga, donde que yo sepa no trabajó con títeres, pero tras su expulsión por parte de la directora, debido a las relaciones que mantenía con la actriz Marta Puig, regresa a Madrid donde en 1966 seguirá colaborando en las campañas de Información y Turismo. Primero en una denominada El carro de la alegría, que se desarrolla por Tierra de Campos y luego con un retablo navideño donde recoge textos de las églogas escritas en loor del nacimiento de Jesús por Juan de Encina, Lucas Fernández y Gil Vicente, seguro que por recomendación de Federico Muelas. Solo Paco Peralta llevaba un repertorio de esa categoría.
Uno de los acontecimientos teatrales de la temporada 1969-1970 es la presentación en el Teatro Español de La Marquesa Rosalinda, de Valle-Inclán, dirigida por Miguel Narros con diseño escenográfico de Francisco Nieva y la participación de un cuadro de actores excepcional: Guillermo Marín, Amparo Soler Leal, Luchy Soto, José Luis Pellicena, Charo López y muchos más. En la escenografía de Nieva, espectacular como siempre, se insertan un par de marionetas de factura excepcional, encargadas a Gonzalo.
En julio de 1970 da un salto más y es programado dentro de los llamados Festivales de España con el nombre de Títeres y Marionetas de Gonzalo Cañas, actuando en Huelva en el estadio de fútbol, sin duda de dificultosa visualidad para un teatro tan pequeño. El programa se compone de dos piezas. En la primera parte, Pedro y el lobo, de Prokofiev, y en la segunda, Del buen suceso que el valeroso Don Quijote, tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación, adaptación de la obra de Cervantes.
Los títeres de Pedro y el lobo son bastante tradicionales pero los que representan a Sancho y, sobre todo, a don Quijote son excepcionales. Las actrices y actores animadores son Eloísa Andrés, Cristina Victoria y J. Miguel Gutiérrez. En agosto, y tras el éxito de la campaña, la Junta de Apreciación de la Dirección General de Cultura Popular y Espectáculos concede ayuda a Gonzalo Cañas para representar este programa en teatros de Melilla, Ávila y Pontevedra.
Si tenemos en cuenta que otras de las ayudas se conceden para representaciones en el Teatro Romea de Barcelona o el María Guerrero de Madrid, podemos entender de la ventajosa situación en que se encontraba Gonzalo. En las representaciones que se llevaron a cabo en esas tres ciudades figuró también una versión de la Cenicienta, de la que no tengo más noticias.
Los esfuerzos de Gonzalo por materializar una nueva forma de hacer teatro de marionetas se ven reconocidos cuando en 1971 dirige en la Escuela de Arte Dramático su primer curso de Títeres y Marionetas.
En diciembre de 1971 Gonzalo Cañas presenta en el teatro Muñoz Seca de Madrid una obra fundamental por muchas razones: Un mundo soñado, escrita y dirigida por él. Lo hace fundando su compañía Teatro Español de Marionetas, una denominación que aflora su deseo de constituir una formación que aspira a ser un Teatro Nacional de esa especialidad: “No quiero, con este Teatro Español de Marionetas limitarme al campo experimental, pero tampoco quiero hacer un teatro infantil al uso, con su marcado carácter comercial. Mi deseo es reunir a todas las personas amantes de un teatro poético, apto para todos los públicos, que deseen elevar el teatro en cualquiera de sus manifestaciones al más alto rango artístico. Por eso deseo hacer un llamamiento a directores, actores, autores para que trabajen con nosotros…”. Utiliza medios escenográficos y dramatúrgicos nuevos donde actores y marionetas tienen un peso similar en la escena, algo todavía muy novedoso en España. El principio de acuerdo con el teatro Muñoz Seca es que la compañía se convierta en estable y mantenga una programación en dicho teatro. Las actuaciones de El mundo soñado serán los jueves, sábados, domingos y festivos, con un total de cinco sesiones semanales.
La producción del espectáculo requiere de un largo periodo de ensayos y los muñecos se encargan a Manuel Meroño, uno de los mejores constructores del país (trabajaba habitualmente para el Teatro Nacional de Juventudes como atrezzista y constructor de títeres y llegó a poseer compañía propia aunque sin éxito notorio). Otra de las novedades es que Gonzalo busca apoyo en la empresa privada y contrata con un fabricante de caramelos que vendía un producto entonces muy popular: los “palotes”, para ello habían creado la figura de Palín Palotes para su publicidad. La puesta en escena es complicada pues utiliza un alto puente de manipulación de marionetas y la iluminación resulta primordial. Los actores fueron Alberto Alonso, Antonio Requena, Raquel Ortuño, Ismael Avellán y Natalia Brandler.
La prensa reconoció su esfuerzo y lo mencionó como uno de los espectáculos infantiles más importantes de la temporada aunque también hubo voces que clamaron en contra de unos títeres tan alejados de los habituales: “El resultado es deplorable: el aburrimiento, la incomprensión del tema poético-filosófico-pedagógico-social llega a extremos inquietantes”. Efectivamente, Gonzalo introducía en este espectáculo cuestiones como la injusticia y la igualdad, la ecología, etc, que entonces eran argumentos extraños a los títeres. La aventura duró menos de lo esperado pero aún así lo hizo haciendo temporada desde el 26 de diciembre hasta el 5 de marzo de 1972. Algo inaudito en los títeres de aquellos tiempos.
En el resto de 1972 y 1973 Gonzalo funda su compañía de actores Lope de Rueda, ya comentada, con la que hace giras por toda España. Pero en 1973 realizará una estancia de casi seis meses en una de las más importantes compañías británicas: el Little Angel Theatre de Londres, donde intervendrá en su obra Noé y en Shadow Fantasy, un espectáculo de sombras que pronto aplicará en sus futuros trabajos. Será el comienzo de una constante preocupación de Gonzalo, el conocer todo lo que se hace en títeres tanto en Europa como en otros continentes. Esto le llevará a realizar largos viajes por el Este de Europa (1974), por Pakistán, India y Nepal (1981) y por Argelia, Níger y Mali (1982), entre otros.
En 1974 realiza dos campañas en las cuencas mineras de Huelva, donde aún se recordaba su actuación dentro de los Festivales de España de 1970. La primera en mayo y la otra en noviembre, patrocinado por la empresa Unión de Explosivos Ríotinto. En la primera gira presenta un espectáculo dividido en dos partes: El globito azul y una versión reducida de El mundo soñado. El globito azul está a su vez dividido en cuatro pequeños sketchs: El loco de los zancos (con una peculiar marioneta sobre zancos), El globito azul (títeres planos con una estética muy personal, basada en una idea de Joan Baixas), Platero (aprovechando el burrito que construyó Manuel Meroño para la obra representada por Los Títeres, Teatro Nacional de Juventudes; con ella hará luego, sobre 1979, un programa en TVE) y El cascarrabias (juego de sombras tras su experiencia londinense). En la segunda presenta un nuevo espectáculo: El retablo de la fantasía, formado a su vez por partes: Si yo fuera mayor (monólogo de un actor), El último dragón (espectáculo clásico de títeres de guante) y Palomas y gavilanes (una acción abierta al público infantil en la que los niños suben al escenario y ayudan a resolver colectivamente una historia). Como podemos ver sigue existiendo una participación de actores y títeres, aunque en esta ocasión el espectáculo divide los papeles de ambos en sus diferentes partes. Sus actuaciones tiene lugar en muy variados escenarios que van desde la calle, las mismas minas de Riotinto o destartalados teatros con cerca de 800 localidades. Con Retablo de la fantasía realizará gira por Cádiz y Granada y luego por diferentes poblaciones de Madrid, patrocinado por la Caja de Ahorros.
En 1975 va a colaborar en varios programas del espacio televisivo “La Guagua” así como en el de “Un globo, dos globos, tres globos”, donde participará con sus marionetas en el episodio de Los sueños del signori Vivaldi, donde manipulaba un topo que hablaba con el músico (quizá el ratón que aparecía en El mundo soñado). En este mismo programa participará en 1976 en varios programas más. En aquel año el famoso programa infantil tenía dos secciones: Barrio Sésamo y Nuestro corro. Para esta última sección Gonzalo grabó cuatro programas para descubrir a los niños y niñas las marionetas y otros juegos dramáticos.
En 1976 graba para TVE un proyecto largamente acariciado: el Retablo de Maese Pedro. Con dirección de Francisco Montolío, dirección musical de Odón Alonso y con los cantantes Isabel Penagos, Pedro Farré y Julio Julián. Con un importante equipo de actores, entre los que cubren los papeles principales Gonzalo (Maese Pedro), Paco Curto (Don Quijote) y la manipulación del Teatro Español de Marionetas, entre los que se encuadran renombrados marionetistas como Julio Michel, Lola Atance, Francisco Porras, Emilio Gazo y otros. Corresponde a Gonzalo la dirección y realización técnica y a la escultora Viví Escrivá el diseño y realización de unas excepcionales marionetas.
Esta experiencia encenderá la mecha de un proyecto que Gonzalo Cañas cultivará durante años, con diversos nombres, y que solo muy parcialmente conseguirá hacer realidad.
Al principio también participará Francisco Porras firmando ambos en 1977 el embrión de una ambiciosa serie para televisión que se titularía Histriones de madera.
Se trataría de llevar a cabo la realización televisiva de una serie de obras de teatro escritas o adaptadas para marionetas por algunos de los más importantes autores españoles, entre las que se incluirían los siguientes títulos: El médico a palos, de Molière, en la versión de Leandro Fernández de Moratín, El Retablillo de Don Cristóbal, de García Lorca, El testamento de la Tía Norica, de autor anónimo, Farsa italiana de la enamorada del rey, de Valle-Inclán, Los intereses creados, de Benavente, Farsa y justicia del Corregidor, de Casona, y Pelo de tormenta, de Francisco Nieva.
Pasado el primer impulso y deterioradas las relaciones entre Paco Porras y Gonzalo Cañas por muy varias razones pero principalmente por el empeño de ambos en dirigir la recién creada UPROMA (Unión Profesional de Marionetistas), será Gonzalo el que siga erre que erre, cambiando el nombre (La caja de Pandora) pero manteniendo en realidad el mismo proyecto televisivo.
En 1977 la editorial Santillana publica una Guía Didáctica titulada Teatro de Títeres, dirigida al profesorado de Educación Preescolar. La mayor parte del libro recae en Cañas que plantea una obra muy interesante para aquellos años en cuyo índice se incluyen unas Generalidades sobre la historia del títere (capítulo 1), Los títeres y el teatro infantil (capítulo 2), La educación y el teatro de títeres (capítulo 3), Sugerencias y observaciones para el montaje de un juego dramático con títeres (capítulo 4), Niveles de desarrollo del juego dramático con títeres (capítulo 5) y dos apéndices dedicados al tema de los títeres y los cuentos (en los que interviene Fernando Alonso) y otro dedicado al teatro de sombras. El libro termina con una sucinta bibliografía y la relación de los museos, los marionetistas más famosos y los teatros de marionetas más importantes de todo el mundo. Los dibujos son realizados por José R. Navarro y todo el equipo está coordinado por Gloria Roldán. El año siguiente colaborará Gonzalo en otros cuatro libros sobre dramatización escolar, aunque con un papel menor.
No resulta fácil trazar el camino del asociacionismo de los titiriteros españoles hasta confluir en la creación de UNIMA Federación España en 1984. Cada uno tiene sus propias versiones que, muchas veces, no coinciden con las de los demás. Quizá aún no sea tarde para realizar un trabajo de investigación que, además de escuchar relatos personales, bucee en documentos de constitución y en la prensa de los años que van de 1974 al 1984, especialmente en Madrid, Barcelona y Sevilla. Pero lo que todos reconocen es que Gonzalo Cañas tiene, junto a Francisco Porras, un papel fundamental. Los primeros intentos de asociarse deben surgir sobre 1973-1974 con la creación, muy posiblemente no formalizada, de una asociación que ya mantiene contactos con la UNIMA internacional. Como no tienen medios económicos la AETIJ (Asociación Española de Teatro para la Infancia y la Juventud), vinculada entonces a la Sección Femenina, propone formalizarla dentro de la suya y encarga al abogado José Luis Alemany la redacción de unos estatutos.
Dentro de la asociación, compuesta por profesionales, aficionados y simpatizantes de los títeres, los profesionales mantienen un importante tira y afloja entre ellos. Por un lado las tensiones propias del mercado que acaparaban las compañías tradicionales (especialmente Maese Villarejo, Talio y Tina-Francis, pero también otras como Maese Cosman, Petit Guiñol o las Marionetas de Elena) frente a las de nueva creación, con nuevas propuestas estéticas y argumentales, entre los que se encontraba Cañas. Por otro lado surgirán luego las tensiones entre territorios pues los catalanes, con Joan Baixas a la cabeza, decidirán en cierto momento marchar por su cuenta. La ADAM (Asociación de Amigos de las Marionetas) se legaliza en noviembre de 1976 ocupando la presidencia José Luis Alemany, como persona no profesional y neutral en esas batallas. Cañas obtendrá una vocalía y quedará fuera de la junta directiva, Porras.
En el seno de ADAM los profesionales siguen barajando la necesidad de crear un sindicato y esto será posible poco después, conforme avanzan las posibilidades democráticas en España. En mayo de 1977 se firma el Acta de constitución de la UPROMA (Unión Profesional de Marionetistas) que se entregará junto a los Estatutos para su aprobación oficial. Hecho que ocurre con la aparición en el BOE de 07-06-1977 donde aparecen los nombres de Gonzalo Cañas, Francisco Porras, Francisco Peralta y otros (sin especificar).
El 29-06-1977 se reúnen en Asamblea General en el domicilio de Cañas, (San Roque, 16, bajo) para la elección de la Junta Directiva. Primero se eligen los seis miembros que la formarán y, tras votación, la van a conformar por orden de votos: Cañas, Porras, Manuel Meroño, Lola Atance (Libélula), Manuel Rodríguez (Maese Cosman) y Manuel de la Rosa (Don Redondón). En una segunda votación se elige, ya solo entre los miembros de la Junta, el Presidente. La tensión se palpa en el aire: Cañas obtiene 11 votos y Porras 9, a gran diferencia de los demás. El ya presidente Cañas, propone la ampliación de la Junta con los cargos de Asesor jurídico (el abogado Máximo de la Cruz Vallés), Secretario (Ricardo Belmar) y Tesorero (Emilio Gazo), que se aprueba tal cual. Cañas propone asimismo que se solicite para UPROMA la representación española de la UNIMA. Porras, vicepresidente, propone que en la próxima subasta del nuevo Teatro Municipal del Retiro (que sustituía al del frontal neoclásico que había dirigido Talio) se presentara UPROMA como explotador del recinto y no ningún particular.
Probablemente fue una jugada de Porras para intentar que el televisivo Manuel de la Rosa, Don Redondón, presente en la asamblea y también miembro de la Junta, no se hiciera con la gestión del recinto por el que tanto había luchado Paco Porras. Asimismo se aprueba la edición de un boletín que se llamará Títere, que se editó poco después y del que hemos sacado toda esta información. En ese primer número de la modesta revista, que acaparará y defenderá enseguida Porras, aparece una carta de Cañas. En ella recuerda el papel complementario que tienen tanto ADAM, una asociación cultural presidida por Alemany, como UPROMA, un sindicato profesional, presidido por él y propone vallar el espacio del teatrillo del Retiro para poder cobrar una entrada simbólica y la propuesta de crear un Primer Festival Nacional de dos o tres meses de duración que recorra una buena parte de las provincias españolas.
En la siguiente reunión de UPROMA, el 16-09-1977, además de tratar el tema de los extranjeros (principalmente argentinos) que actúan en Madrid (donde Cañas defiende su integración entre los profesionales del sector), se vuelven a tratar los temas del Retiro, de las cuotas, del Festival Internacional mencionado (donde se forma una comisión coordinada aparentemente por Lola Atance) y se produce en el apartado de Ruegos y preguntas una sorprendente declaración de Gonzalo Cañas, renunciando a la presidencia por considerar incompatible ésta con su deseo de convertirse en empresario. Un empresario no puede dirigir un sindicato de trabajadores del espectáculo de marionetas. Algo rocambolesco pues los titiriteros siempre han sido empresarios de sí mismos. La propuesta sin duda se debe a las tensiones creadas dentro de la asociación y a la lucha entre Cañas y Porras. Cañas pide un aplauso para Porras y éste pasa a ocupar la presidencia de la asociación. Pero Cañas conserva una fuerte área de poder que acabará más adelante en la ruptura.
Efectivamente, Cañas participa activamente en varias comisiones como la del anteproyecto de Escuela Superior de Teatro de Títeres y Marionetas (junto a Antonio Al∙lés), otra dedicada a crear los fundamentos de un Centro de Investigación de Teatro de Títeres y Marionetas, embrión de un futuro Teatro Nacional y, sobre todo, la Comisión Gestora del Festival de Madrid.
Si las primeras no se concretarán en nada, como todos bien sabemos, sí que el Festival Internacional de Madrid saldrá adelante, siendo Gonzalo Cañas el que oficial o extraoficialmente lo dirija entre 1977 y 1980. En una asamblea convocada para marzo de 1978 se producirá la escisión. Gonzalo seguirá en UPROMA y Porras fundará la UT (Unión de Titiriteros) que seguirá adelante con su revista Títere, manufactura personal de Porras, que también se mantiene como boletín de la ADAM (en realidad fue la ADAM la que aportó la mayor parte de la financiación de la revista) . No puedo extenderme más pero queda claro el peso que Gonzalo tuvo en todo ese proceso y en los siguientes, en que ya más alejado y algo escéptico, mantuvo no obstante un claro interés por intentar que no se repitieran los errores del pasado.
En 1978 Gonzalo materializa otro escalón más en su intento de crear un teatro poético de actores y títeres dirigido a todos los públicos. Estrena el 22 de diciembre en el Teatro Valle-Inclán de Madrid su espectáculo Manos. Tres actores en escena y un baúl en medio. Ni una sola palabra, sólo pantomima, y del baúl irán surgiendo marionetas indonesias, bolas fluorescentes que se engarzan en los dedos de Gonzalo tal cual las de Obraztsov. El espectáculo, aún siendo muy interesante, no tuvo el éxito deseado. Programado en las infantiles fechas navideñas seguro que los padres y los niños esperaban otra cosa. Quizá a Gonzalo le iba más deprisa la cabeza que la dramaturgia. Planteaba espectáculos con demasiados saltos mortales que luego resultaban muy difíciles de realizar, tanto para él como para sus actores. No será éste ni el primero ni el último.
En 1978 inicia la aventura de Oropesa del Mar. Junto a otros amigos montan varios modestos negocios en el casco viejo de la localidad castellonense y crean una asociación de comerciantes. Presienten el futuro impacto turístico de la zona y quieren dar un “golpe de mano” que les permita tener pingües beneficios. Gonzalo monta un bar, El Establo, con actuaciones de marionetas y durante tres años organizará un pequeño festival donde entre otros amigos, entonces en Madrid, acudirán La Estrella de Gabriel Fariza y Los Duendes de Alberto Cebreiro. Será allí en Oropesa donde Cebreiro conocerá a la que será su compañera de vida y de viaje, Sise Fabra. Pero aquellos “hippies” nunca serán bien vistos por las fuerzas vivas del pueblo y poco a poco las ilusiones del principio se irán diluyendo hasta extinguirse. Aún faltarán unos cuantos años para que unos grandes empresarios monten en Oropesa el complejo de Marina D’Or, Ciudad de Vacaciones. Durante buena parte de su vida Gonzalo quiso ser rico, solo al final de su vida se apercibió de que vivir con modestia, elegancia y libertad era la única forma de conseguirlo
Durante todos estos años comentados el TEM (Teatro Español de Marionetas) seguirá realizando sus actuaciones, no demasiado numerosas, por Madrid, Oropesa y Huelva. El fracaso de Oropesa del Mar da lugar a sus viajes por Asia, Africa y Europa del Este, ya comentados. Interviene en algunos espacios dramáticos de TVE y su actividad con las marionetas disminuye bastante. Gonzalo recordaba con especial afecto su intervención en la campaña electoral de 1979 para la candidatura de Enrique Tierno Galván a la alcaldía de Madrid. Se montó un camión que recorría los barrios madrileños y se ofrecía a los vecinos una obrita, titulada Don Especulón (farsita para muñecos y algo más), que había escrito para la ocasión el dramaturgo Lauro Olmo.
En 1984 vuelve a la carga con su proyecto de grabar la serie de obras teatrales con marionetas, que ahora se titulará La Caja de Pandora. Como primer capítulo dirige, interpreta y coproduce otra de sus obsesiones: una versión de El retablo de las maravillas, de Cervantes, que se emitirá en la Segunda Cadena de TVE en agosto de 1985, habiéndose presentado antes, en septiembre de 1984 en el VII Festival de Teatro Clásico de Almagro. Gonzalo interpreta el papel de Chanfalla, Pilar Pereira el de Chirinos y el de Rabelín, el cantante Ismael, amigo de Cañas, coleccionista de marionetas y propietario de un conocido café-teatro en la plaza de Santa Ana de Madrid. Los papeles de Alcalde y Alcaldesa correspondieron a Alberto Fernández y María Isbert. No se rodarán más capítulos de aquel interesante proyecto.
En octubre de 1985 estrena en la Sala Mirador de Madrid su nuevo espectáculo, que recibió una ayuda del INAEM, El toro ibérico. Gonzalo pretende trazar un acueducto entre la más pura tradición del títere español y las nuevas vanguardias. Lo hizo recordando uno de los espectáculos que desde el siglo XVIII solía cerrar las representaciones de marionetas: la corrida de toros. Él mismo se viste de don Cristóbal torero para rendir homenaje al personaje rescatado del olvido por García Lorca. El programa se completaba con cinco sketchs dedicados a homenajear el trabajo de cinco grandes: Ives Joly, Joan Baixas, Norman Mc Laren, Jim Henson y Henk Boerwinkel del Tiangel holandés. Manos libres y enguantadas, paraguas, plumeros, pirámides y algunas figuras con mayor o menor aspecto humano, son los protagonistas de estas breves piezas. La intervención de actores es mínima y se limita a la presentación de Cañas en la corrida de toros. Con ella se presenta en la II Mostra de Titelles de l’Estat Espanyol que se celebra en Tarrasa en noviembre, organizada por el Institut del Teatre de Barcelona. Luego se representará en el mítico Teatre Malic de Barcelona y en otros espacios, destacando que uno de ellos fue en la Feria del Libro de Cuenca, ya en 1986. Sus paisanos tomaron conciencia de que uno de ellos era un titiritero muy peculiar. Más adelante este espectáculo se remoza y transforma en Leviatán donde desaparece la referencia al toro y siguen presenten los otras cinco historias mencionadas que, en clave de humor, vienen a hablar de esos problemas que Gonzalo arrastraba en su cabeza: el juego del poder, la incomunicación, la soledad urbana, la ambición y la violencia.
Cañas se encuentra en uno de sus periodos de máxima actividad. Cae en sus manos el texto de La Pájara Pinta, se emociona con ese lenguaje de juguete musical, con ese “guirigay lírico- bufo-bailable” y busca al maestro Alberti para solicitar el permiso de su representación. Para su sorpresa, a Rafael Alberti no sólo le parece bien sino que se entusiasma con esa obra de su pasado con la pintora Maruja Mallo, desaparecida luego tras la omnipresencia de María Teresa León. De la obra, concebida en principio junto al músico Oscar Esplá, perdida durante mucho tiempo, pero recordada con mucha fidelidad en la memoria de Alberti, sólo se llegó a escribir el prólogo y el primer acto de los tres previstos. Gonzalo la completa con otros versos del maestro gaditano y creando su nueva compañía, Eñe Teatro, la estrenará a bombo y platillo la noche del lunes 27 de julio en el Centro Cultural Galileo de Madrid.
El patio estaba a rebosar de personajes de la cultura y de la política que acudieron en homenaje a Alberti que no pudo asistir por estar ingresado tras un desafortunado atropello automovilístico. El estreno vino precedido por cierta polémica pues el empresario Cañas, o quizá la prensa, lo calificó de “estreno mundial” de una obra “inédita”. Naturalmente surgieron voces que recordaron lecturas y representaciones musicadas efectuadas por el mismo Alberti en Madrid, París y La Habana en los años 30, así como una serie de 32 representaciones realizadas en Francia por la Compañía Española de la Universidad de Burdeos durante la década de los 60. De cualquier forma resultó un acontecimiento de primer orden.
La dirección musical corrió a cargo de Carmelo Bernaola y la coreografía correspondió a Goyo Montero. Los muñecos fueron construidos por Alberto Urdiales y La Deliciosa Royala. Muchos de los asistentes quizá esperaban al Alberti social y se encontraron con el Alberti juguetón de 1926. Para algunos resulta difícil asistir a una obra de teatro que empieza con el canto de Pipirigallo: ¡Pío, pío / pío, pic! / ¡Verdo-larí-larí-río!, / río-ric! / ¡Kikirikíii! Y que sigue de forma muy parecida. El que quiso entrar en el juego se lo pasó muy bien. La crítica recogió ambos extremos. Eduardo Haro Tecglen felicitó al director Cañas, pese a que otros criticaron que la mediterránea y explosiva luz del gaditano Alberti se hubiera oscurecido en la puesta en escena de Gonzalo.
La obra tuvo un interesante recorrido posterior. Todavía en 2004 se abrió el Festival de Música Española en el Gran Teatro Falla de Cádiz con la recuperada versión de La Pájara Pinta de 1932, musicada por Federico Elizalde, en la Sala Pleyel de París. “Se pretende reproducir, reeditar o rescatar, el concierto del año 32, en el que el personaje del Pipirigallo fue interpretado por Alberti y que en esta ocasión interpreto yo”. Gonzalo estaba orgullosísimo, lamenté mucho no poder acudir a Cádiz para escuchar su ¡Kikirikíii! : “estupendo Gonzalo Cañas en sus rimas imposibles, jugando con disonancias y atonalismos propios de la época en que fue escrita”.
La resonancia de La Pájara Pinta hizo que Gonzalo se planteara el ya mencionado Rinoceronte, de Ionesco, el año siguiente, 1988, con el fracaso correspondiente que, sin duda, afectó profundamente a Gonzalo. Durante un tiempo va a dejar casi todos sus habituales trabajos y se va a dedicar a realizar algunos trabajos publicitarios con la agencia TAPSA/NWAyer, diseñará varias mascotas publicitarias para el ICONA, Jumbo o Burger King y dirigirá la revista Espectáculos de Madrid. Para el ya próximo año triunfal de 1992 (Expo de Sevilla, Juegos Olímpicos de Barcelona, Ciudad Europea de la Cultura de Madrid), se reactiva su espíritu de empresario teatral y planeará varios proyectos (en aquellas fechas toda España hacía proyectos). El más importante de todos y el que más sudores le costó fue el proyecto Dalí. En 1974 el productor Alain Milhaud, promotor de Los Bravos y propietario de la discográfica anexa a Bocaccio, la discoteca que fue el trastalántico de la gauche divine, ideó grabar una ópera escrita por Dalí unos años antes. El divino había escrito quince líneas escasas que luego trabajó Vázquez Montalbán hasta convertirlo en algo así como un libreto. Gonzalo, a través de la prensa, se enteró de la existencia de esa aventura inacabada y se planteó el continuarla. A lo largo de todo 1989 se documentó, ideó y planificó gigantescos escenarios en plazas de toros, negoció con Milhaud, con el formidable y vomitivo entorno económico de Dalí, buscó ayudas, esponsores, se entusiasmó una vez más. Pero todo se vino abajo, Dalí se murió, el círculo que lo rodeaba estaba ávido de dinero, mucho más de lo que Gonzalo podía reunir. La ópera se ha estrenado definitivamente en 2011 en el Liceo, con libreto de Jaime Salom y dirección musical de Xavier Berenguel. Seguro que a Gonzalo le vinieron muchos recuerdos, como siempre se había adelantado en unos cuantos años.
A finales de 1991 y principios de 1992 dirigió en la RESAD un laboratorio de Títeres y Marionetas que se reformularía en noviembre, ahora bajo el título de Aproximación al teatro con objetos. Esto reconfortaba el inquieto espíritu de Gonzalo, pero lo que acabaría inflamándole sería el conseguir algo tras lo que llevaba catorce años detrás: el Teatro de Autómatas. De ello hablaremos, a continuación.
En 1996 Gonzalo Cañas montará su última compañía en la que, según sus propias palabras, se apropia del nombre de La Tarumba, en homenaje a la fundada por Miguel Prieto, para una última obra y cerrar un círculo que había comenzado más de treinta años antes. Vuelve a escenificar una versión de El Retablillo de don Cristóbal, en la que introducirá algunas escenas de la Tragicomedia de Don Cristóbal y la Señá Rosita y algunas canciones populares. Lo hará ya con las personas que le acompañan en la explotación del Teatro de Autómatas: Paz González, José Luis Luna, Juan Carlos Cases y él mismo como intérpretes. La escenografía y vestuario es de Vega Buzarra. Se presentó en el Teatro Bretón, en el 17 Festival de Teatro de Logroño, y luego en el XV Festival Internacional de Títeres de Bilbao, recorriendo posteriormente otras ciudades españolas.
En sus últimos tiempos Gonzalo daba vueltas a una obra de títeres alrededor del mundo de los autómatas y sus constructores. Una obra terrible cuyo argumento nos relató minuciosamente al fotógrafo Jesús Atienza y a mí en la visita que hicimos a Villa Magdalena en Los Molinos en el verano de 2010. Fruto de aquellas conversaciones es buena parte de este artículo. Por las tardes, cuando caía el sol, Gonzalo encendía un cigarrillo de marihuana. Y miraba lejos.